Lunes 29 de septiembre
El Simposio sobre agrotóxicos y transgénicos realizado en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) el 25 y 26 de septiembre, dejó más incertidumbre que convicción. El catedrático de Semiología Médica, José Luis Insfrán lamentó que los científicos paraguayos especializados en transgénicos que habían sido invitados rechazaran participar como ponentes. Aún peor, los que estaban en el programa no concurrieron pese a haber dado su asentimiento.
Por tanto no hubo controversia ni ideas contrapuestas, pese a ello, tal vez, y aún con errores, sea un puntapié, un inicio en la búsqueda de un acercamiento entre productores, organismos de contralor y el sector salud. Cada sector debe reconocer su rol y responsabilidades y dejar expuesto la trama de la connivencia, que pretende negar la existencia de los cientos de afectados y muertos por los agrotóxicos en Paraguay.
Insfrán, es uno de los precursores más importantes de ese despertar en los alumnos el deseo de investigar el porqué de ciertas patologías, provenientes de las zonas de cultivos de soja, y junto al doctor Joel Holden Filártiga, el primero en denunciar los 37 casos de envenenamientos con folidol de campesinos que atendió en su clínica, hace décadas atrás. Una extensa compilación puede leerse en su libro “Guerra Bioalimentaria-Guerra Biotecnológica. Proyectil soja”
En la apertura del simposio Filártiga rindió homenaje al doctor Andrés Carrasco y pidió un minuto de silencio a los presentes. Carrasco fue “prácticamente un mártir de la investigación de ese gran asesino de la humanidad que es el herbicida glifosato” dijo emocionado. “Tuve el gusto de conocerlo en sus dos visitas al país. Sorpresivamente nos enteramos de su muerte y no es la primera vez que científicos mueren sorpresivamente, también está el caso de nuestro querido Tomás Palau” refiriéndose al sociólogo paraguayo, de los pocos que se identificó con las necesidades del campesinado.
“Lo de Carrasco no fue una lucha gratuita, fue una reacción desesperada que lo llevó a advertir al país y al mundo que el herbicida más usado en la agricultura tenía efectos nocivos sobre los vertebrados”, agregó, recordando el método de estudio y las últimas frases del científico argentino, para concluir leyendo unas letras que escribí para esa ocasión, por su expreso pedido, semanas antes de viajar para acompañarlo en el simposio.
El error grueso de parte de los expositores vino de la mano del doctor Miguel Zacarías, jefe de la cátedra de toxicología y farmacología. Se refirió a la mala educación que existe en los campesinos, respecto al uso de los agrotóxicos, pero se olvidó de los grosos errores en las grandes plantaciones sojeras. “La dosis hace al veneno”, dijo, parafraseando a Paracelso, frase errónea y obsoleta. Inspirándose en ese principio, las agencias de reglamentación impusieron la “ingesta diaria admisible” (IDA), dosis de veneno que según ellas podemos ingerir sin enfermarnos. Como toxicólogo, ese error es imperdonable, máxime con el cargo que ocupa y frente a los alumnos.
Pero no fue el único. La doctora Milagros Vargas Peña mostró casos de cardiopatías congénitas de un monitoreo durante un año en cardiología infantil del Hospital de Clínicas, y concluyó que “no existen suficientes elementos para asociarlas con las fumigaciones”. Una vez más pude observar la falta de compromiso suficiente ante las trabas orgánicas que existen en la UNA respecto a este tema. No se entiende como esta profesional, no investigó la amplia bibliografía sobre el tema que existe desde 1999 o más, donde ya se hablaba de esa relación comprobada. Tal es el caso del trabajo del doctor Christopher A. Loffredo:“Association of Transposition of the Great Arteries in Infants with Maternal Exposures to Herbicides and Rodenticides” del Departamento de Epidemiología y Medicina Preventiva de la Universidad de Maryland, avalado por otro especialista en cardiopatías, la investigadora y profesora emérita de esa casa de estudios, la doctora Charlotte Ferencz y por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.
Tampoco pudimos ver los trabajos de investigación de los alumnos que debían presentar en el simposio. No tuvieron lugar en su propia casa, donde los pseudoambientalistas se movieron como pez en el agua, y la ciencia infusa opacó al conocimiento.
El segundo día del simposio pidió la palabra el sacerdote jesuita Guillermo “Lalo” Lebron, biólogo especializado en agroecología, que citó a un ingeniero agrónomo argentino Edgardo Annone, quien según sus palabras, manifestó que: “en Argentina se sabe cuántos miles de muertos hubo en la guerra sucia, pero nadie va a saber nunca cuántos muertos hemos provocado nosotros, los ingenieros agrónomos con estos métodos equivocados de producir” y agregó que no se enseña a los alumnos de agrarias, quienes tienen la materia agroecología como optativa y que se puede producir sin contaminar.
Otra intervención que se llevó los aplausos fue la de Hugo Céspedes, docente del Barrio Los Naranjos.“Sencillito, -dijo-no se puede hablar de OGM, no se puede hablar de plaguicidas sin hablar de los efectos al ser humano. Yo soy víctima de los agrotóxicos aquí a 10 km de la capital en Ñemby. Por su parte la doctora Stella Benitez Leites presento aquí un estudio con los niños afectados por vivir al lado de la empresa Chemtec y entre esos niños está mi hija”. “Hace una hora-reprochó- que estoy levantando la mano para hablar y manifestar enfrente de Uds. que hay muchas personas que pueden demostrar los efectos en la salud humana. Yo soy un afectado, mis hijas, mi gente mi barrio son víctimas de estos venenos y de este modelo productivo, un modelo criminal que amparan y promociona de la manera que actúan. Así como me consta que la DEAG promociona la fumigación de cultivos ilícitos con glifosato y otros venenos en la zonas rurales, y me consta porque fui funcionario del Senave. Me consta porque he escuchado las quejas de la gente afectada. Mi única pregunta a los expositores es si estos OGM pueden denominarse alimentos, si son semillas estos “eventos”, que “eventualmente te pueden matar”, “eventualmente producen daños”, “eventualmente afectan a la salud”. Ahora si quieren ver los efectos de los venenos aquí mismo en el Hospital de Clínicas de la UNA está internado un joven de 20 años, llamado Darío Cabral, proveniente de Lima, San Pedro, afectado por los químicos, el pozo de agua en esa zona está en el medio de sojales. Tiene daños hepáticos, síndrome de piel escaldada.” denunció. Y concluyó: “Por favor médicos y científicos, sean sinceros y no vengan aquí para figurar en un cartón, sean comprometidos con la salud humana." Nadie contestó su pregunta. Conocida también como enfermedad de Ritter, es rara en los adultos, pero puede afectar a personas con insuficiencia renal e inmunodeficiencia y estas pueden ser provocadas por los agrotóxicos.
El doctor John Fagan, el expositor de lujo en la jornada, científico de la Universidad de Cornell, pidió la palabra y dijo sentir “frustración por todo lo que expusimos hoy aquí, y quiero decirles a los estudiantes de tecnología que comprendo su frustración. Hace 20 años yo estaba sentado en su lugar y estaba emocionado en un seminario, porque veía un gran potencial que esta tecnología ofrecía, pero después de muchos años comprendí las consecuencias y los efectos inesperados que produce”.
El bochorno del evento sin dudas fue la venia de los organizadores, que dieron lugar a ongs oportunistas, cuya presencia se notó mucho más el día viernes, manejando micrófonos y asintiendo quienes del público podían intervenir y quiénes no. Se pudo ver a integrantes de Alter Vida, Serpaj y otras conocidas pseudoactivistas. El colmo de la desvergüenza se ubicó en la puerta del Aula Magna, donde se desarrollaba la charla; una mesa con materiales y libros que Base Is vendía al cándido público, la misma conducta de la noche anterior en otra reunión organizada en la Universidad Católica, con el auspicio del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, donde aprovechando la ganga y con su puesto ambulante, llevaron a los expositores haciéndolos disertar “dos por uno”.
El apoyo internacional de Diakonia al encuentro, cuyo objeto son los sectores más vulnerables, fue malogrado ya que lo que menos había en el simposio eran víctimas, campesinos ni miembros de comunidades indígenas. El viernes sin ruborizarse, se bajó el telón del teatro. La obra terminó siendo una presentación de marionetas, donde sobraron títeres, pero faltó acrobacia, y sobre todo equilibrio.-
Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales