ANTES DE MORIR, DIJO QUE SE HABÍA INTOXICADO CON VENENOS
Publicado el 24 de Noviembre de 2011
Por Clarisa Ercolano Para Tiempo Argentino
Néstor Vargas tenía 27 años y sufrió una descompensación en un campo de Vera, donde no habría recibido atención adecuada. Su deceso se produjo en el Hospital Cullen de la capital provincial. Se iniciaron dos causas judiciales.
Una viuda y cinco huérfanos. Ese, es el saldo que el trabajador rural Néstor Vargas dejó, luego de trabajar con agroquímicos en un campo de Vera (norte de la provincia de Santa Fe) y morirse al poco tiempo en el hospital Cullen de la capital provincial. Vargas tenía 27 años y si bien el juez Correccional de Vera, Eduardo Germán Fabbro, aún investiga, Adriana Vargas, la esposa del fallecido, le contó a Tiempo Argentino que su marido se descompensó después de manipular agroquímicos y que su patrón le prestó “escasa atención”, a lo que se sumó la “desatención de una médica” del hospital local.
Vargas había descargado agroquímicos de un camión sin ninguna protección, luego fue al hospital dos veces sin que lo dejen internado y luego de idas y vueltas, mientras su salud se iba deteriorando, terminó derivado a Santa Fe donde murió. La hermana de Vargas, Liliana, sumó otro dato que indigna: “Cuando lo llevé al hospital la doctora que lo atendió le puso el termómetro y luego se fue a medir ropas que trajo una enfermera para vender, todas riéndose y haciendo chistes y mi hermano muriéndose”, aseguró.
“Tuvo que bajar unos venenos, descargarlos. Trabajó todo el día y a la tarde llegó a casa diciendo que le dolía todo el cuerpo y se sentía muy cansado. Le ofrecí mates y al segundo que tomó empezó a decir que le dolía mucho la cabeza y que sentía fiebre. Cuando lo acosté volaba de fiebre y en el hospital le dieron medicación para la tos. Cuando él les dijo que sentía que se había intoxicado con veneno”, reseñó con angustia la esposa de Vargas.
“La intoxicación se detecta cuando la familia acude a un médico privado y eso determina el traslado a la ciudad de Santa Fe. Para entonces ya tenía un cuadro de intoxicación agravado y no tenía expectativas de vida. Néstor falleció el miércoles 19 de octubre a la madrugada. Se abrieron dos causas debido a esta muerte, una para investigar la responsabilidad de los dueños del campo y otra sobre la responsabilidad del hospital de Vera”, sintetizó por su parte la abogada ambientalista Graciela Gómez, quien también denunció lo sucedido a la Unidad Fiscal de Delitos Ambientales (Ufima) y le dijo a Tiempo que “ahora quieren hacer política con la viuda, les ofrecieron una bolsa de mercadería, cuando la familia ni siquiera tiene casa para los cinco hijos que quedaron huérfanos”.
Gómez confirmó que Marcelo Aput y su suegra María Regina Schaumburg dueña del campo, una hora después de ser informados de que Vargas estaba por morir, lo anotaron en blanco, porque estaba en situación irregular como otros empleados. Y duda de las condiciones en las que se practicó la autopsia de la que aún no le informan resultados.
Pese a la precariedad laboral en la que pasó su corta vida Néstor Vargas, Schaumburg la dueña del campo, tiene declaradas en la AFIP de Reconquista las siguientes actividades: cría de ganado bovino, cultivo de soja y girasol y servicios de cosecha mecánica. “No le va nada mal, podría tener a sus trabajadores en blanco y con las medidas de seguridad laboral que corresponden”, remata Gómez.
Néstor manipuló sin la vestimenta ni la protección adecuada el químico 2,4-D que se utiliza para evitar la emergencia de malezas resistentes al glifosato. El 2,4-D tiene un antecedente que da escalofríos: apareció por primera vez en la Guerra de Vietnam y era uno de los componentes del Agente Naranja patentado por Monsanto. Actualmente, en el país, se usan más de 350 millones de litros de agrotóxicos anuales en la campaña de la soja.
Un dato que alerta aun más es que como consecuencia de más de diez años de intenso uso del herbicida glifosato se ha generalizado el crecimiento de plantas resistentes a este veneno y ahora en los campos se aumentaron las dosis y las combinaciones con otros herbicidas para lograr efectos similares. La combinación más “popular” es la que le tocó a Vargas: glifosato más 2,4-D.
“2,4-D se volatiliza fácilmente y su inhalación daña severamente los pulmones produciendo distress respiratorio, este es un cuadro altamente peligroso, que requiere internación inmediata en terapia intensiva y asistencia respiratoria mecánica, aun así tiene una elevada letalidad”, abundan desde la red de Médicos de Pueblos Fumigados.
El mismo día del fallecimiento de Vargas se efectuó el primer allanamiento realizado por la policía de Vera, Unidad Regional XIX, a cargo del subcomisario Adalberto Montenegro. El 26 de octubre se realizó el segundo. Sin embargo, el hermano de Vargas que también trabajaba en el campo aseguró que el galpón con 2,4-D nunca se allanó. Con ese panorama, crece la incertidumbre, sobre todo luego de que la doctora Gómez comprobara que “el hijo del juez es novio de la hija de Marcelo Aput, patrón del campo”.
“Como si todo lo expuesto fuera poco, los resultados de la autopsia no están, pese a varios pedidos de los resultados desde el juzgado. Los restos a analizarse en la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, fueron remitidos el 21 de octubre a la bioquímica Isabel Torres, quien todavía no tiene los resultados, según pudimos constatar, por falta de un químico”, indicó la letrada que aclaró, el doctor Raúl Horacio Lucero jefe del Laboratorio de Bioquímica Molecular de la Universidad Nacional del Nordeste, de Resistencia, Chaco, contestó que “luego de tantos días es incomprensible la falta de resultados aduciendo la espera de un químico. En todo caso que la médica diga qué patrón de estudio le falta y se lo conseguimos a la brevedad entre quienes estamos en esto.”
Lo que sí salió a difundirse y con inusitada celeridad fue el suponer del ministro de Salud santafesino Miguel Angel Cappielo quien señaló que el deceso se habría producido por “leptospirosis o hantavirus”, aunque “se inició un sumario administrativo para investigar las condiciones en que fue atendido el paciente, teniendo en cuenta lo denunciado por la familia”.
Las recomendaciones:
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) de los Estados Unidos, refiriendo al agrotóxico clase II conocido como 2,4-D, recomienda que “en contacto con la piel, los trabajadores de inmediato se deben lavar las zonas afectadas, los antebrazos y la cara con agua y jabón antes de comer, fumar, usar el baño, usar cosméticos o tomar medicamentos. La ropa contaminada con 2,4-D se debe quitar inmediatamente por las propiedades peligrosas del 2,4-D, en particular, su potencial para causar irritación y efectos sobre el sistema nervioso.”
Y continúa: “Se deben almacenar en un lugar fresco, seco y bien ventilado y en recipientes cerrados herméticamente que son etiquetados. Debe ser protegido de cualquier daño físico y deben ser almacenados por separado de oxidantes fuertes, tales como cloro, bromo y flúor.”
En el caso de un derrame advierte que cualquier persona “no toque el material derramado”.
Además, específicamente detalla de qué modo deben estar protegidos los trabajadores rurales: “Deben usar ropa adecuada de protección personal para prevención de contacto con la piel con 2,4-D.”
Según las denuncias, en el campo de Schaumburg, estas precauciones no se habrían tomado nunca.
Fuente: Diario TIEMPO ARGENTINO
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