Escrito por Dra Graciela Gomez
Lunes 2 de mayo de 2011
Algunos lamentan que el humo insecticida no fue efectivo para una araña de ficción que se presentó en la Feria del libro. El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, pretendió una relación entre la ciencia y la ficción, buscando un cómodo lugar común en las ideas. El escenario de debate tenía pretensiones de todo tipo con excepción de las morales, que generalmente rodean a la ficción y donde la ciencia es debidamente cuestionada al pasar ciertos límites. La charla del ministro Barañao, tuvo el título “El Hombre Araña es Transgénico” y como era de esperar todo se convirtió en una desafortunada combinación de ingredientes, de muy dudosa calidad y casi nula seguridad, donde la impericia o la negligencia son la antesala del lobby. Y allí es donde Barañao es socio de Clarín y de Héctor Huergo, en el cual como marionetas de lujo juegan para la mesa de enlace y los sectores concentrados del campo y de la industria de la devastación.
Huergo un personaje mínimo, la emprendió nuevamente con el Manual de Educación Ambiental que exasperó al sector. El escriba dedicó su artículo con un título sugestivo "El mundo al rojo, Aquí, el manual". En una pereza mental, pretende la idea que el mundo nos espera y que nosotros nos distraemos. Sin embargo podría ser los chanchos chinos tienen hambre o cualquier otra combinación. Como el hombre araña de Barañao, Huergo habla de dramático paso el de cuestionar la transgenia. Pero carga tinta cuando menciona que el gobierno toma de rehenes a los alumnos. Este señor no sabe lo que es un rehén y mucho menos lo que es un menor tomado de rehén. Parece equiparar un concepto educativo con lo más miserable, tal vez por ser esa su propia condición como la de sus socios.
“El manual de Educación Ambiental lanzado por el Ministerio de Educación y la Secretaría de Medio Ambiente disparó toda la artillería disponible para pegarle al “modelo” que volvió a poner al país en el mapa agrícola mundial. No podemos dejarlo pasar, porque Clarín Rural no ha sido un observador pasivo de esta enorme transformación. Más bien, sentimos que hemos aportado, semana a semana, información, experiencias, novedades, que estimularon este proceso que el mundo sigue con extraordinaria atención” dice Huergo.
Ahora lo que no dice es lo interesante. Cuando de modelo se trata, la bandera pirata con sus socios locales impusieron un fenomenal proceso de expoliación para el mapa agrícola mundial con resultados cortoplacistas e impredecibles al futuro. Y claro que Clarín no lo deja pasar si después de todo es socio de ese modelo. También agrega que el manual ataca a la biotecnología, y en especial al fruto que se ha convertido en bandera de la Segunda Revolución de las Pampas: la soja resistente al glifosato. Lo que no aclara es la bandera de quién. Un pueblo del norte santafesino llama bandera a “un trapo” impuesto por ideología de primates, y en el caso del pseudocampo debe ser algún silo bolsa desflecado, de esos para los que Agrolimpio todavía no tiene un destino final.
Para no dejar afuera a otro agredido, llama “manual de zonceras” en expresa alusión al libro de Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, molesto tal vez por el éxito de ventas y cuya impresión no fue realizada por una empresa de Clarín.
La gran quimera de su siembra directa , como su “soja sobre soja”, es reconociendo al sorgo alepo y las cientos de plagas poco amigables a su invencible Round up, que ya es historia antigua para los nuevos eventos clase II que nada tienen de ecológicos, que piensan presentar de aquí al 2013, ya que los clase IV fracasaron.
Tal vez alguna EFA distraída debe estar sirviendo de conejillo de indias con la venia de los genios locales mercenarios de la Institución Técnica más conocida , siempre al servicio de las multinacionales, probando esos venenos antes de lanzarlos al mercado con los alumnos de esas Escuelas rurales, que casualmente a veces si se convierten en rehenes.
Los términos peyorativos son el espejo de su falacia milagrosa de fertilizantes y venenos erosionando la cabeza de los chacareros fundamentalistas además de sus tierras, por una práctica en decadencia que sigue demostrando el fracaso de la tecnocracia que lo solventa.
El escrito no sabe distinguir entre soberanía alimentaria y biopiratería , tratando de ”vieja Europa” al primer mundo que detesta los OGM del que se protege y que tanto molesta a las “arañas transgénicas” de Expoagro.
Pero Huergo no dice ni una palabra de la destrucción del Iberá convertido en arrozal, en manos del monopolio que paga su sueldo. O los desmontes y contaminación de napas seguidos de la siembra directa que tanto defiende y que en realidad es la “muerte directa” del suelo.
Tres niños entrerrianos nunca podrán ir a la escuela ni leer las aventuras de Stan Lee. Ellos son: Alexis Javier Portillo, de un año y medio,fallecido el 29 de mayo de 2000, Rocío Micaela Portillo de 8 años,fallecida el el 11 de septiembre de 2006, y Cristian Portillo , de 8 años, fallecido el 17 de enero de 2007 en el Hospital de Concordia. Los niños eran primos entre sí y todos tuvieron los mismos síntomas .Una familia destrozada que afirmó “Los días antes de morir los nenes se fumigaron los campos . Las muertes tienen que ver con la fumigación”.
Los villanos de Spiderman el Lagarto y el Buitre, sentado en su ministerio este último y en la redacción el primero, allí donde el futuro es una estadística en el mapa mundial , dirán que las muertes son solo “daños colaterales”.
Mientras tanto, el mundo nos sigue mirando como se hipoteca a generaciones por un lote de soja que Huergo no come, ni tampoco es fumigado junto a sus hijos. Su mortífera tecnología tiene la salud “al rojo ” como dice su artículo y al mundo testigo del agrocidio sistematizado. Un delito por el que todos serán juzgados tarde o temprano.-
Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales (AAPA)-Medio&medio
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