Diario La Prensa
El uso del glifosato cerca de ciudades y pueblos de todo el país produce enfermedades incurables y malformaciones en niños y adultosLos médicos que ejercen su profesión en zonas rurales lo ratifican: crecen los casos de cáncer y deformaciones debido a las fumigaciones con agroquímicos. Por su parte, el Ministerio de Salud elaboró un informe que también confirma que en las poblaciones expuestas a estos productos tóxicos hay un 30 por ciento más de gente afectada con tumores que en las que no lo están.Médicos que ejercen su profesión en diferentes provincias del país reportaron, durante un encuentro realizado en Rosario en 2011, los datos acerca de la “acumulación de nuevos casos de malformaciones congénitas y cáncer” en pueblos y regiones agrarias fumigadas con agroquímicos.
Los profesionales de la salud destacaron el aumento de enfermedades de este tipo en Chaco, Santa Fe, Tucumán, Córdoba y Misiones, y expresaron “mucha preocupación por la irresponsabilidad del uso continuo” de glifosato para fumigar vías férreas en lugares poblados del Gran Buenos Aires.
Las conclusiones surgieron del primer Congreso Latinoamericano de Salud Socio Ambiental y del segundo Encuentro Nacional de Médicos de Pueblos Fumigados, organizado por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario. “Los agrotóxicos nos están enfermando, por lo menos hay que restringir su uso aéreo y alrededor de los pueblos”, explicó el pediatra Medardo Avila Vázquez, de la Red de Médicos de
Pueblos Fumigados de la Universidad Nacional de Córdoba.
En las disertaciones, más de 350 asistentes presentaron, a nivel científico, “evidencias y nuevos descubrimientos sobre los mecanismos”de que las sustancias químicas utilizadas en la agricultura “generan enfermedad en los humanos”.
En ese ámbito, reclamaron la implementación de resguardos públicos para evitar o disminuir la contaminación.
Al respecto, pidieron que sean prohibidas las fumigaciones aéreas, alejar las aspersiones terrestres de las cercanías de los pueblos y reclasificar los agrotóxicos con criterios sanitarios.
El médico Alejandro Oliva resaltó que en el sur de Santa Fe la exposición de los agrotóxicos disminuye las capacidades sexuales y reproductivas en los varones, datos que fueron publicados en revistas científicas internacionales.
El aumento del monocultivo de soja ha dado como resultado un uso excesivo de agroquímicos, especialmente del herbicida conocido como glifosato. De acuerdo a estudios de varios organismos e instituciones, este producto es peligroso y dañino para la salud, y durante años ha estado rociándose desde avionetas en zonas aledañas a pueblos.
EN CHACO
En la provincia del Chaco, vecinos de Paraje Buena Vista de la zona de General San Martín, denunciaron que el 26 de enero se realizaron nuevas fumigaciones ilegales con agroquímicos a menos de cien metros de sus viviendas y en cercanías de la escuela EFA Nº 141.
Los vecinos recordaron que las fumigaciones ya habían sido denunciadas en diciembre de 2012 y durante enero de 2013, situación que motivó la presencia en el lugar de funcionarios de la Dirección de Calidad Ambiental del Gobierno provincial, el 17 de enero último.
Los pobladores de Paraje Buena Vista, a través de la Red de Salud Popular ‘Dr. Ramón Carrillo’, reclamaron la urgente intervención de las autoridades del Ministerio de Planificación y Ambiente del Chaco para evitar mayores daños a la salud de la población.
"Riesgo inminente de óbito’’, dice el último parte médico de Gonzalo, eufemismo que indicaba que el bebé, con dos meses y 27 días, podía morir en cualquier momento. En su diagnóstico se puede leer ‘malformación craneoencefálica’.
Las estadísticas dirán más tarde que es uno de los siete entre mil casos que nacen así, pero su padre, Pedro Mores, cree otra cosa. El pequeño Gonzalo se gestó en uno de los tantos pueblos chaqueños expuestos a las fumigaciones con agroquímicos. La familia Mores vive en el límite de las provincias de Chaco y Santiago del Estero.
"Por ahí andan fumigando constantemente con los aviones y con los tractores que llaman ‘mosquitos’ -cuenta Pedro-. En el pueblo hay más casos como el de Gonzalo, unos cuatro, y es un lugar chico de unos siete mil habitantes’’.
Un informe del Ministerio de Salud de mayo de 2012 confirma su sospecha. En las poblaciones expuestas a los agroquímicos hay un 30 por ciento más de casos de cáncer que en las que no lo están. Aun así, las denuncias
sobre los efectos de los agroquímicos, utilizados en la explotación de cosechas de alta rentabilidad, suelen perderse entre la polémica.
Las grandes empresas niegan los efectos tóxicos de las sustancias y piden el ‘uso responsable’ de lo que la gente del campo llama, sin rodeos, ‘venenos’.
SIN CONTROL
En el año 2012, una investigación realizada por la Auditoría General de la Nación (AGN) detectó graves falencias en el control de la aplicación de agroquímicos por parte del Senasa. En un informe que sus propios autores caracterizaron como ‘lapidario’ se afirma que el ente no puede cumplir con sus atribuciones.
Según el informe elaborado por la Auditoría, los cultivos transgénicos sujetos a fumigación sistemática cubren 22 millones de hectáreas en la Argentina, donde habitan alrededor de 12 millones de personas.
Sin embargo, la Comisión creada para prevenir daños en la salud de la población afectada por agroquímicos no trabaja desde el año 2010. Tampoco se realizan las evaluaciones pertinentes para determinar la peligrosidad de los productos autorizados.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) es el organismo encargado de registrar y autorizar los agroquímicos utilizados en la actividad agropecuaria. Así, el ente se ocupa de clasificar los plaguicidas según su toxicidad y lleva registros de las empresas productoras y aplicadoras de los mismos.
"Nada de esto está cumplimentado de acuerdo a lo que debería ser; el organismo no cumple eficiente ni eficazmente con su obligación de autorizar y con su obligación de registrar y tampoco cumple debidamente con los análisis de las muestras de los agroquímicos”, afirmó el auditor general Vicente Brusca en base a una investigación que analizó el trabajo del organismo nacional entre 2008 y 2011.
En tanto, la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos (CNIA) fue creada por decreto presidencial en 2009 para dar respuesta a los reclamos de pueblos afectados por fumigaciones -especialmente las Madres de barrio Ituzaingó Anexo (ver recuadro)- así como ante la información que en los últimos años se ha producido sobre esta problemática desde diversas instituciones y organizaciones.
Sin embargo, según lo auditado, “no se tuvo evidencia de avances de la CNIA posteriores a 2010”. Al respecto, la investigación realizada explica que se conformaron tres grupos de trabajo entre la comisión mencionada y direcciones del Senasa. En base a esta situación, los miembros de la Auditoría General de la Nación concluyen: “No se han extremado las medidas de control en la aplicación de los agroquímicos para garantizar el buen uso de los mismos y que no afecten a los habitantes de las zonas colindantes a los cultivos”.
GENERACIONES
Las investigaciones médicas señalan que el daño más intenso del glifosato se manifestará en los hijos de quienes viven en zonas cultivadas.
Sin embargo, la Justicia sólo actúa sobre el presente. El glifosato es un veneno bioacumulativo‘‘que cuando ingresa en un ser vivo se transmite de generación en generación”, asegura la abogada santafesina Graciela Gómez, quien ha presentado varias denuncias judiciales de víctimas del uso de los agrotóxicos.
“Una persona no lo podrá padecer pero sus hijos tal vez sí; al ser bioacumulativo en algún momento la enfermedad estalla, por la suma de pequeñas fumigaciones”, agrega.
Con la introducción de los agrotóxicos en los ámbitos rurales durante las últimas décadas, han surgido los reclamos por malformaciones, enfermedades incurables, muertes de niños y abortos espontáneos.
Sin embargo, los fallos obtenidos tienen corto alcance. “Toda nuestra legislación se basa en analizar las fumigaciones cuando mata automáticamente, pero desconoce el envenenamiento masivo en pequeñas dosis”, explica Gómez.
MISIONES
En la provincia de Misiones, las malformaciones por contacto con agrotóxicos superan diez veces la media: “El 87% de los casos se registra en personas que habitan en zonas rurales y que interactúan con plaguicidas”, afirma el Jefe de Cirugía de Pediatría del Hospital de Posadas,Hugo Gómez Demaio.
“La malformación se detecta ya a partir de la cuarta semana de gestación”, señala el doctor, mientras explica que esa patología es producida por ‘mielomeningoceles’, que impide el normal cerramiento del tubo neural, que está a la altura del cerebro y de la médula espinal del bebé en gestación.
“En el Hospital Garrahan, ante un cuadro de leucemia, los médicos consultan si ese chico vive en zona de cultivos”, cuenta la abogada Gómez.
En diferentes casos se ha demostrado la existencia de casos de cáncer con pacientes que no habían estado expuestos directamente a los agroquímicos, pero sí lo habían sido sus padres o sus abuelos.
“Eso se produce cuando el químico impacta en la trama genética y se va reproduciendo de generación en generación. O bien pasa a través del útero de la madre”, afirma el doctor Alejandro Oliva, andrólogo de Rosario.
Las pruebas que la doctora Gómez recolectó junto a su equipo llegaron a tribunales europeos y estadounidenses.
“En la Argentina se fumiga a cualquier distancia, sobre escuelas rurales, cursos de agua, animales y humanos de forma criminal y aérea cuando la Directiva 2009/128/CE del Parlamento Europeo y del Consejo prohibió esas prácticas el 21 de octubre de 2009”, asegura Gómez en los textos que envió al exterior.
En Santiago del Estero, más concretamente en Quimil, al noreste de la provincia, un avión amarillo termina de
realizar la tercera pasada sobre el campo de girasoles que rodea a una casa baja y rosada sobre la que cuelga un cartel que dice: Escuela 146 La Pampa. Las 110 familias que viven en la zona se cansaron de denunciar las fumigaciones. Afirman que se les secaron los árboles frutales y que sus chicos terminan con los ojos irritados, pero nadie parece escucharlos.
Fuente: LA PRENSA
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