Por Dra Graciela Gomez
Por una defensa del consumidor "en serio"
Mientras el Consejo Federal de Consumo CODEFEC dice funcionar para promover y educar al consumidor, desde la Subsecretaría de Defensa del Consumidor la única función visible parece ser "en lo posible"cuidar el bolsillo ante alguna queja de abusos en las tarifas de servicios públicos o privados, aunque pocos se quejen de "lo que hay que tragar" al decir de Gustavo Duch, desconociendo qué contienen nuestros alimentos.
La Subsecretaria Pimpi Colombo habla de "construir en el marco de un consumo SUSTENTABLE", desde la Carta de Compromiso del año 2010, aún no actualizada en el sitio oficial, que en la realidad dista mucho de "asegurar que se ejerzan todos los derechos incorporados en el conjunto de leyes que protegen a los ciudadanos en su calidad de consumidores y usuarios".
Si así fuera el etiquetado de la comida y derivados transgénicos, ese infecto incorporado a lo cotidiano, sin elección, sin información y sin respeto por la Ley N°24.240 de Defensa del Consumidor, estaría en la cabeza de algún improvisado funcionario como una necesidad urgente, sin embargo el tema no se discute ni siquiera en el ANMAT. Este último organismo debería garantizar al ciudadano eficacia,seguridad y calidad de los productos bajo su órbita sin embargo omite y viola la norma y su propio objetivo al no garantizar la composición, la inocuidad de la producción de algunos alimentos que fiscaliza y autoriza, sin cumplir las normas éticas más básicas de vigilancia alimentaria.
En el país vecino el Proyecto gestado desde organizaciones sociales que hace años pregonan por una alimentación sana ya fué presentado en la Cámara de Diputados charrúas.
La idea básica es el principio precautorio.
El proyecto apunta a que al menos los consumidores tengan la posibilidad de decidir si asumen o no ese riesgo potencial.
La propuesta elaborada por organizaciones fué presentada a la Comisión de Salud de Diputados el pasado 2 de julio. Busca que los “alimentos, ingredientes y productos listos para el consumo elaborados con componentes genéticamente modificados destinados a la alimentación animal y humana” deban obligatoriamente ser identificados como tales.
En el decreto de julio de 2008 que creó el Gabinete Nacional de Bioseguridad como organismo encargado del análisis y liberación de eventos transgénicos en el país se estableció que este organismo “promoverá acciones tendientes a la implementación del etiquetado voluntario ‘GM’ o ‘no GM’, aplicable a aquellos alimentos en los que se pueda comprobar mediante análisis del producto final la presencia de ADN o proteínas genéticamente modificados”. El argumento manejado entonces era que el país no poseía la capacidad técnica para analizar todos los productos disponibles en las góndolas.
Lo que se impulsa ahora es que ese etiquetado deje de ser voluntario y pase a ser obligatorio, ya que el acceso a la información es derecho de los consumidores, “garantizándoles elegir con conocimiento de causa y contribuyendo a que las transacciones entre comprador y vendedor sean más justas”. Tal derecho a la información está amparado por la Ley de Defensa del Consumidor N°17.250, de Uruguay del año 2000.
En el documento presentado se destaca que el etiquetado permitirá, a su vez, hacer un seguimiento más fino de los posibles efectos que los alimentos GM tengan en la salud o el ambiente, una vez comercializados.(Leer el proyecto aquí)
La propuesta recoge el modelo utilizado en Europa, donde la identificación de los alimentos genéticamente modificados es obligatoria y el costo y la responsabilidad de ésta corren por cuenta de los operadores o proveedores, mientras que el Estado se responsabiliza del control y la inspección de los productos.
La chef Laura Rosano, corredactora de la propuesta y coordinadora del Slow Food Canario, comentó al ser entrevistada por Brecha Digital que "el proyecto fue bien recibido en la Comisión". Así lo confirmaron Ivonne Pasada y Berta Sanseverino, ambas integrantes de la misma por el Frente Amplio. Se aprestan a comenzar una ronda de entrevistas con distintos actores gubernamentales vinculados a la temática, desde integrantes del Ministerio de Salud Pública, del de Ganadería y hasta del propio Gabinete de Bioseguridad, según comentaron las diputadas.
Rosano afirmó "que existe en el país la capacidad técnica para realizar este tipo de controles. De hecho, la próxima semana presentarán la propuesta a Pablo Anzalone, director de la División Salud de la Intendencia de Montevideo". El Laboratorio de Bromatología de la IM es uno de esos centros que tendrían la capacidad técnica para llevar adelante los estudios requeridos. La Facultad de Ciencias también.
Las organizaciones que apoyan la propuesta son Slow Food, Redes Amigos de la Tierra, Retema, Sindicato Uruguayo de Nutrición, Copau, Procom, Ceuta, Red de Agroecología, y Comercio Justo.
Mientras la Secretaría de Defensa del Consumidor de Argentina desde su sitio de internet, destaca que la identificación de mercaderías envasadas tienen la obligación de informar la denominación del producto (ej. Tomate perita pelado) origen (país donde fue fabricado) calidad, pureza o mezcla (ej. ingredientes que contienen los alimentos, material con que fue fabricada una cartera) medidas netas de su contenidos (ej. 1 kg. 1 litro, 20cm x 20cm).Esta información debe estar en un lugar visible. Mientras las disposiciones sobre contenido neto de los productos es la de brindar información adecuada sobre los productos que se envasan fuera de la vista del consumidor, y, por otro lado, ayudar a la fiscalización.Nada dice de la composición transgénica, derivado y/o porcentajes de harinas de soja reemplazando la de trigo por su bajo costo, los alimentos "estirados" con puré de soja ni de los restos de plaguicidas ya encontrados en milanesas sacadas de la góndola.
Según la Oficina Regional de Consumers International para América Latina y el Caribe, "la educación del consumidor/a contribuye a que el mercado de bienes y servicios se constituya en un ámbito de organización y acción ciudadana".
Ese es otro de los retos que deberán asumir los funcionarios, construyendo "en serio" una cultura de consumo sustentable, dejar de impresionarse por lo obvio, cuando "los peores enemigos se introducen en él (cuerpo) sin impedimentos"(1)
(1) René Dubos, físico y bacteriólogo estadounidense
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