El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha reconocido la incapacidad laboral permanente a un ingeniero de Telecomunicaciones por Electrohiperensibilidad a las ondas wifi. El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) se la había denegado hace dos años amparándose en la dificultad para probar los síntomas y su causa. “Esla primera incapacidad total que hemos conseguido debida exclusivamente a este síndrome”, explica el abogado del ingeniero. En contra del criterio del INSS, el TSJM ha reconocido el derecho de esta persona a recibir una prestación por incapacidad, según la publicación del Diario La Vanguardia.
Hombre con electrosensibilidad Ricardo de Francisco, de 47 años, trabajaba en la compañía de telecomunicaciones Ericsson cuando empezó a notar síntomas molestos. “Hablar por el móvil me provocaba acúfenos y dolor de cabeza en menos de un minuto. Pero además del oído enrojecido por el móvil, apenas conseguía dormir, me volví agresivo hasta llegar a provocar accidentes , estaba hundido y mi cerebro cada vez iba más lento. Llegué a olvidar el nombre de amigos de toda la vida. Todo junto aumentó la depresión, la ansiedad...”. Los especialistas descartaron que fuera un problema de salud mental.
De Francisco fue encadenando bajas laborales en las que experimentaba una mejoría visible, pero la situación empeoraba cuando retomaba su actividad profesional y se exponía al wifi del trabajo y, en general, a espacios con alta actividad eléctrica y electromagnética. Finalmente se quedó sin empleo: Ericsson acabó despidiéndole.
Un móvil GSM sin conexiones inalámbricas
El síndrome neurológico que padece este ingeniero fue empeorando. No puede siquiera utilizar transporte público porque su hipersensibilidad se ha ido extendiendo a sustancias químicas. Incluso ha considerado abandonar Madrid y mudarse a vivir a algún pueblo, pero incluso las pequeñas localidades frecuentemente tienen cobertura wifi en sus calles. En casa, ni wifis ni smartphones: sólo tiene un móvil GSM, que funciona a frecuencias inferiores a los móviles de última generación, y tiene desconectadas todas las conexiones inalámbricas.
Como ingeniero de telecomunicaciones, De Francisco supo elegir un modelo con el mínimo SAR (tasa de absorción). “En las tiendas alucinan con la pregunta”, explica, “hay que buscar el índice SAR”. Además, cuando utiliza el móvil no habla pegándose el teléfono a la oreja, sino usando unos auriculares de aire, para minimizar la exposición a ondas electromagnéticas, “aunque es difícil encontrarlos”, dice.
Ahora, y pese a que la electrohipersensibilidad sigue sin estar plenamente reconocida, el TSJM ha sentenciado que Ricardo de Francisco no puede seguir ejerciendo su profesión sin enfermar. El Tribunal se basa en la Clasificación Internacional de Enfermedades aprobada por el Ministerio de Sanidad, que incluye un epígrafe de alergias no específicas, y argumenta que, por tanto, no procede negar las consecuencias fisiológicas ni la capacidad invalidante de este síndrome. El ingeniero apoyó su demanda con un informe médico de un especialista en Medicina Interna del Hospital de Guadalajara, perteneciente a la sanidad pública.
Mujer con electrosensibilidadInvisibilidad médica y administrativa
Para el abogado que llevó este caso, Jaume Cortés, del Colectivo Ronda, esta sentencia supone “un importante y significativo avance en la lucha contra la invisibilidad médica y administrativa de una patología que, según admite la propia OMS, afecta en mayor o menor grado a entre un 5% y un 10% de la población mundial”. Este abogado subraya que no se están tomando medidas efectivas ni para contener la creciente incidencia de este problema, ni para que “se deje de cuestionar de manera justificada y reiterada las alteraciones funcionales y anatómicas que pueden ocasionar a personas con afectación severa” de este síndrome.
Cortés recuerda “el peligro que supone una exposición cada vez más intensa y descontrolada a todo tipo de campos electromagnéticos y redes inalámbricas, sin que prime el elemental ejercicio del principio de precaución y se establezcan límites a esta exposición para proteger la salud humana”. Una petición secundada por científicos de todo el mundo y plasmada, en mayo de 2015, en la llamada Declaración de Bruselas. En este documento, 25 médicos de distintos países reclamaban “a todos los organismos e instituciones nacionales e internacionales que sean conscientes de este problema crítico de salud ambiental”, al tiempo que recordaban que la electrohipersensibilidad y la sensibilidad química múltiple deberían ser plenamente reconocidas por las instituciones. El pronóstico de los expertos era tajante: “una pandemia en perspectiva”.
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