Escrito por Dra Graciela Gomez*
Sábado, 04 de Septiembre de 2010 12:15
Lejos de los deseos e iniciativas de países como Canadá y la Unión Europea, Argentina solo piensa en destruir más, envenenar más y regalar más recursos en detrimento del futuro del país. Mientras los wordshops de los envenenadores se multiplican, los agroshopings se destacan por los insultos que desde los palcos propinan sus mayores exponentes, sin esconder que sus deseos son menores retenciones y más subsidios para sus vacas obesas de feedlot sin regulación. Lo bio y lo magro para ellos es una utopía de soñadores y el estado el enemigo. Cada campo es una nación un estado aparte donde todo se puede. En este sentido experimentar con la genética, regar de químicos, desviar cursos de agua, inundar, desforestar, y principalmente matar al vecino. El verde dólar es la finalidad a toda costa y algunos gobiernos los acompañan con un guiño en un ojo y un látigo en la mano.
Una especie de encuentro sadomasoquista del granero del mundo. Las complicidades, omisiones y falta de programas sustentables sumergen las palabras de la primer mandataria al olvido y a carteras que deambulan. Crear insumos y milanesas de soja con pesticidas difícilmente puedan pasar los controles de cualquier organismo serio y mucho menos llegar al puerto.
Pero el soplo bio se está haciendo oír con más fuerza. El Sector biológico de Quebec en Canadá, desea que la producción se eleve a las 50 000 hectáreas cultivadas de modo biológico al 2013. Para ese año se quiere no sólo duplicar la oferta de productos bio, sino estimular la confianza de los consumidores y disminuir los riesgos de contaminación por los organismos genéticamente modificados (OGM).
También ambicionan crear "cadenas de valor", a la imagen de la que se desarrolló en el trigo bio, transformado en harinas, luego en panes y en pastelerías. Una decena de productos a alto valor añadido podría ser desarrollada así, según Alain Rioux, director general bio del Sector, cuyas oficinas están situadas en Lévis.
Los productores bio de Quebec colman apenas el 30 % de las necesidades interiores, los grandes minoristas, que tendían a privilegiar la cantidad más bien que la calidad, están ahora en la búsqueda activa de productos locales sanos. El primer plan de acción del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAQ) se conoció a finales de julio. Los objetivos son aumentar en casi un 20% las zonas sin abonos químicos ni plaguicidas y en un 26% el número de empresas agrícolas debidamente certificadas en 2013 para superar las 50.000 hectáreas y 1.300 empresas ecológicas.
En la Argentina sucede otra cosa. “La Nación no está formada por una sola realidad, sino por un conjunto de diversidades que debemos priorizar”, señaló el titular de Agricultura Julián Dominguez. “El desafío es lograr mayor producción con más productores en los campos, por eso el rol de las economías regionales resulta fundamental”. Linda frase, tardía para mi gusto, cuando las economías regionales han casi desaparecido o mutaron al poroto estrella.
Seguramente al decir la frase no pensó que lo bio, orgánico, sano jamás podrá coexistir rodeado de monocultivos transgénicos al igual que las casas, escuelas y cursos de agua. Una manzana podrida pudre al resto, la contaminación es inevitable. ¿Qué debemos hacer para que se den cuenta? Sembrar amaranto alrededor de cada huerta como zona de resguardo ambiental? ¿Alambrar escuelas, rutas y ríos como las plazas cárceles de Capital Federal? ¿Enviar todas las colmenas al planeta Marte para preservar las pocas abejas que nos quedan?
Los productores de ésos países esperan controles más severos de las semillas para evitar perder mercados de exportación tan lucrativos como rigurosos. Para realizarlo el Sector biológico de Quebec podrá contar con un presupuesto de 250.000 dólares anuales destinado por el MAPAQ por los tres próximos años.
Dado que esta aplicación depende de la confianza del consumidor en la designación orgánica, la organización tiene la intención de darla a conocer.
Ningún pasquín local publicó que el 26 de agosto pasado en Ginebra , se añadieron nueve nuevos productos químicos en el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes.
(COPs) sustancias bioacumulativas y tóxicas químicos que se encuentran en algunos productos de consumo común en la actualidad. "La inclusión de estos 9 COPs del Convenio de Estocolmo demuestra que los gobiernos de todo el mundo se comprometieron a reducir y finalmente eliminar los productos químicos en toda la comunidad mundial, a fin de impulsar la salud pública, contribuir al desarrollo sostenible y aumentar las ganancias de la economía verde", dijo el Sub-Secretario General y Director Ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner.
El Convenio de Estocolmo determinó que son los plaguicidas y productos químicos industriales los que pueden matar a personas, dañar el sistema nervioso e inmunológico , provocar cáncer y desórdenes reproductivos e interferir con el normal crecimiento de los bebés y alterar el desarrollo infantil.
Los nueve nuevos productos químicos enumerados en los anexos A, B y C del Convenio de Estocolmo son:
hexaclorociclohexano alfa (un subproducto del lindano, potencialmente cancerígena para los humanos y fauna silvestre); beta hexaclorociclohexano (comparte las características de alfa hexaclorociclohexano); clordecona (un plaguicida clasificado como un posible carcinógeno humano tóxico para los organismos acuáticos); hexabromobifenilo ( clasificado como un posible carcinógeno humano); hexabromodifenilo éter y éter de heptabromodifenilo (éter de octabromodifenilo de calidad comercial); lindano (un insecticida usado en semillas, suelo, tratamiento de la madera utilizado en forma farmacéutica para el tratamiento de la pediculosis y la sarna); pentaclorobenceno ( muy tóxico para los organismos acuáticos); el ácido sulfónico de perfluorooctano, sus sales y fluoruro de sulfonilo perfluorooactane (usado en componentes eléctricos y electrónicos , imágenes fotográficas, fluidos hidráulicos y los textiles) , éter de tetrabromodifenilo y éter de pentabromodifenilo (éter de pentabromado-difenil) ( producto químico industrial, tóxico para la vida silvestre).
Recientemente, en Bruselas, la Comisión Europea trató de hacer caso omiso de lo que se ha demostrado en varias ocasiones: la abrumadora oposición de la población de la Unión Europea a la propagación de organismos genéticamente modificados (OGM) en su agricultura.
Antes de que las cosas vayan demasiado lejos, sería bueno examinar más de cerca los OMG. Allí, los cultivos transgénicos están muy lejos de ser beneficioso. Es más bien lo contrario. Contrariamente a los mitos de las relaciones públicas dadas en su propio interés por los gigantes de la alimentación, no hay una semilla de OMG que proporcionan un rendimiento superior a los cultivos convencionales, o que tiene menos necesidad de herbicidas químicos tóxicos. Por esta sencilla razón, no hay posibilidad de obtener beneficio.
El Dr. Mae-Wan Ho, es un genetista y biofísico de renombre. Según el Dr. Ho, la bomba de tiempo ecológico asociado con los OMG está a punto de estallar. Tras varios años de constante aplicación de herbicida glifosato patentados, como el famoso Roundup de Monsanto, la naturaleza ha respondido desarrollando “super malas hierbas" resistentes a los herbicidas, lo que exige mucho más y no menos, a los herbicidas. ABC Televisión, ha producido un nuevo documental titulado "El súper de los pobres no puede ser destruido. " y Marie Monique Robin anuncia su nuevo documental sobre COPs para fin de año.
Como detalla el libro "Semillas de destrucción" de F. William Engdahl, los cultivos transgénicos y las semillas se han patentado y desarrollado en los años 70, gracias al importante apoyo financiero de una organización pro-eugenesia, la Fundación Rockefeller, principalmente por las empresas químicas, productos químicos de Monsanto, DuPont y Dow Chemicals. Los tres estuvieron implicados en el escándalo del altamente tóxico Agente Naranja usado en Vietnam, y las dioxinas en los años 70 . Al ser interrogado, el director de desarrollo técnico para Monsanto Rick Cole, dijo que esos problemas eran "manejables. Aconsejó a los agricultores usar diferentes marcas de herbicidas producidos por Monsanto y anima a los agricultores a mezclar el glifosato con otros herbicidas como el 2,4-D, prohibido en Suecia, Dinamarca y Noruega por sus vínculos con el cáncer, daños reproductivos y neurológicos. 2,4-D es un componente del Agente Naranja producido por Monsanto para su uso en Vietnam en los años 60.
Por tal motivo muchos gobiernos de la UE aconsejan a los agricultores a volver a los cultivos tradicionales no modificados genéticamente. Según el Ministerio de Agricultura, los alimentos orgánicos han aumentado de 3,6 mil millones de dólares en 1997 a 21,1 mil millones dólares en 2008. El mercado es tan floreciente que las fincas orgánicas están luchando para proveer una oferta adecuada ante el rápido aumento de la demanda de consumo que conduce a la escasez periódica de los productos ecológicos.
Un estudio reciente de la Universidad de Iowa y el Departamento de Agricultura, para evaluar el rendimiento de las explotaciones agrícolas durante los tres años de transición necesarias para pasar de la producción convencional a orgánica certificada, demostró los enormes beneficios de la agricultura orgánica por sobre las OMG. El experimento que duró cuatro años, mostró que, aunque los rendimientos fueron menores al principio, a partir del cuarto año la cantidad producida por cultivos orgánicos fueron superiores.
Por otra parte, la Evaluación Internacional de Ciencia y Tecnología Agrícola para el Desarrollo (IAASTD) después de tres años de deliberaciones de 400 participantes científicos y representantes no gubernamentales de 110 países concluyeron que la agricultura ecológica es la manera en pequeña escala para hacer frente al hambre, las desigualdades sociales y los desastres ambientales.
América del sur no escapa a los resultados cada vez más beneficiosos de la agricultura tradicional, que no es fomentada ni desde el gobierno ni desde las altas casas de estudios que solo promueven el agronegocio. Un dato revelador me lo brinda el Dr Ingeniero agrónomo Walter Pengue: “El Instituto de Mato Grosso de Economía Agrícola de Brasil , demuestra que el coste de producción de la soja convencional en Mato Grosso para la cosecha 2010/11 es de 4,0% menor que la de soja transgénica. En promedio entre los distintos municipios, el IMEA estima una diferencia de R $ 60.88 / ha a favor de la soja convencional.
Un dato que nuestros científicos venidos a menos, nuestras Universidades promotoras del agrocidio y el Senasa que hace las veces de ñoqui de un Estado, donde todos observan pero nadie actúa, deberían tener en cuenta. Es un resultado de agosto 2010, un mes concluido, para dar lugar al genocidio de los próximos meses, cuando se abren las puertas de la cámara de gas a cielo abierto y donde lo único importante será la cosecha record. -
Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales (AAPA)-Medio&medio
Foto: Percy Schmeiser ,demandó a Monsanto.
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