Escrito por Dra Graciela Gomez*
Martes, 21 de Septiembre de 2010 10:18
Yo recuerdo los campos azules de lino y cuando uno era niño pensaba que eso era como un colchón donde te podías tirar incluso hasta en los campos de girasol. Teníamos la fantasía al ver los campos de girasol que nos enseñaban en la escuela que "seguía al sol" y nos quedábamos horas mirando haber si eso pasaba.
Para algunos es una sorpresa y el campo siempre fue ese tono monocorde de infinito pestilente de agrotóxicos, sin vida.
Ayer cuando leía el informe de la Universidad Nacional del Litoral, producto del fallo del juez de San Jorge Tristán Martínez, vi claramente como se intenta cerrar un nuevo capítulo en el debate sobre el uso de agroquímicos. Si bien no esperaba otra cosa, no lo esperaba de cierta gente. No lo esperaba de Lajmanovich, de Lenardón y de Poletta, los demás no me importan, pero de ellos no esperaba ese absurdo. Es un copia y pega de estudios de Monsanto, de la Agencia de Ambiente de los Estados Unidos (EPA), de diccionarios, de la FAO que con el Banco Interamericano de Desarrollo categorizan de “bosques” al monocultivo de pinos y eucaliptos. Muy lejos de ese campo productivo saludable, del esfuerzo.
El estudio no nombra a Seralini, ni a Belle, ni el estudio de Río Cuarto. Citan al tal Thompson DG, en seis oportunidades y a Solomón K, once veces. El primero es quien criticó en su momento el estudio de Rick Relyea de la Universidad de Pittsburgh, que demostró cómo el Roundup es letal para los anfibios. De todos modos que se puede esperar de un científico que trabaja para el Servicio Forestal Canadiense, promoviendo el uso de glifosato en los bosques recibiendo financiamiento de Monsanto.
En tanto el segundo trabaja en Universidad de Guelph, Ontario, trabajó como consultor para muchas empresas de pesticidas y Monsanto ha financiado también algunos de sus trabajos. Por lo tanto desconocer tanta bibliografía importante para darle cabida a ésta gente es de una animosidad demasiado evidente. Los datos los confirmó la Universidad de Pittsburgh, el viernes, algo que la corresponsal de La Nación nunca tendrá, ya que se informa con “alguien” de la EPA.
El 13 de agosto pasado un juez EEUU dejó vacante la aprobación del USDA de la remolacha azucarera resistente al Roundup .La decisión del tribunal se pasó por alto introduciéndola ilegalmente al mercado. “El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) se ha convertido en una agencia de delincuentes en la reglamentación de los cultivos biotecnológicos", declaró Andrew Kimbrell Director Ejecutivo del Centro para la Seguridad Alimentaria. A su vez el abogado de la organización EarthJustice, Paul Achitoff comentó, "Este es otro ejemplo de la USDA que sirve los intereses de Monsanto en detrimento del interés público, sin tener en cuenta el estado de derecho".
Pero esto no es ninguna novedad. También en agosto pero de 2006, el New York Time publicaba una carta donde 9 integrantes del sindicato que representaba en ese momento a 9000 científicos de la EPA y otras figuras del país donde expresaban que “La dirección de la EPA prioriza la industria de la agricultura y los pesticidas antes que nuestra responsabilidad para proteger la salud de nuestros ciudadanos”. Esto quiere decir que es la industria la que determina cómo se regulan los químicos. Algo que resulta familiar por nuestros pagos.
Pero además los datos hablan que el uso del paquete tecnológico es inmoral y acabará con el recurso. En los Estados Unidos 180 mil has destinadas a la siembra reciben 65 mil toneladas de glifosato al año, mientras que en Argentina 25 millones de has se fumiga con 180 mil toneladas de glifosato. Es un Auschwitz a cielo abierto donde cada pueblo se juega a suerte y verdad en las mesas de negocios de Buenos Aires donde se juegan el destino de las personas. Las ordenanzas pueden ser una solución de al menos alejar la fumigación de la gente. Entonces que zonifiquen, todos los pueblos y todos los municipios.
Si no se detiene algún día será muy tarde.
Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales (AAPA)-Medio&medio
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