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domingo, 19 de agosto de 2012

Revista Cambio: "Contracara"


Lunes 20 de agosto de 2012

Por Miguel Pajón

En Bandera, una ciudad cuya principal actividad está ligada a la producción agropecuaria, crece la preocupación por el avance de las fumigaciones a los sembrados y que en muchos casos llegan hasta el patio de las viviendas.

Desde hace tiempo, la preocupación invadió la comunidad de Bandera por el uso de los agroquímicos y sus efectos en la salud. 
Los niños son los más afectados por estas sustancias tóxicas. Actualmente muchos de ellos están internados en el hospital zonal, pero no siempre con los cuidados necesarios para estos casos. Nadie, salvo unos ecologistas, se está preocupando por salvar la vida de los lugareños.

Por este tema recientemente estuvo en la ciudad la ambientalista santafesina Graciela Cristina Gómez, quien es abogada (UBA), escribana (UNR), Miembro de la Comisión de Medio Ambiente CPACF y periodista Ambiental. Ella se encarga de recorrer el país dando charlas en escuelas rurales e instituciones de todo tipo, filmando y tomando fotografías de los efectos en la salud del uso de agroquímicos.


En diálogo exclusivo con Cambio, la especialista se explayó sobre el tema en general y de la zona de Bandera, en particular.

— ¿Cómo impactan los agroquímicos en la zona de Bandera?

— Porque no hay ordenanza que lo regule, no hay control de nada. Una ciudad no puede tener 4 hangares que atraviesan el pueblo con o sin carga, sin respeto por la vida. Se lavan en cualquier curso de agua los mosquitos fumigadores. Al escasear el agua, se junta la de lluvia y los habitantes usan agua del techo fumigado. En consecuencia, por la falta de agua no se realiza el triple lavado de los bidones vacíos de agroquímicos. Los tiran o los queman en cualquier lugar o los muelen para reciclar en Santa Fe, que es parte del video que realicé en Bandera de pronta difusión.

— ¿Es cierto que en nuestra zona se ocupan agroquímicos que ya están en desuso en otros lugares del mundo por su nocividad?

—Sí. Y los que no se pueden usar a distancias pequeñas por ser nocivos se usan igual, por ejemplo el 2-4-D, que es directamente el que proviene del agente naranja usado en Vietnam. Clase I y II es lo que más utilizan en los cócteles, porque el glifosato ya no mata las plagas.

 ¿Cuál fue el motivo de su visita a la ciudad de Bandera?

La denuncia del caso Julieta Sandoval, fallecida a los 7 meses con múltiples malformaciones y la inoperancia del Municipio, pese a que la Comisión de Investigación sobre Agroquímicos visitó Bandera en 2009. Muchos de los niños de ese informe fallecieron, otros están discapacitados y sin ayuda social ni pensión y la Municipalidad no cumplió con ninguna de las recomendaciones dejadas por esa Comisión que pertenece al ministro de Salud de la Nación. Por todo esto viajé a hablar con las madres para realizar una causa muy pronto.

— ¿Cuál es su evaluación sobre la situación?

— Es deplorable, sobre todo cómo tratan a niños y madres tanto en los organismos como en el hospital. Una madre mandó una carta documento al hospital, que le redacté, para que le entreguen la historia clínica de su hija y nunca le respondieron. Fui personalmente y me la entregaron completa y firmada. Muchas madres se negaron a declarar por miedo, porque la única entrada en su hogar es el trabajo del esposo en el campo. Los mismos médicos reconocen los casos en cientos de niños, pero no lo firman al certificado.

— ¿Pudo detectar algún efecto preocupante en la salud de la población?

— Sí, el agua. Los terrenos del ferrocarril fueron tomados, las construcciones precarias son imparables. No hay agua potable, filmé el agua y era de color turbio marrón, con basuras pequeñas, gusanos y muchas veces los vecinos comentan que sale con olor a agroquímico porque las napas se contaminan de donde lavan las avionetas o mosquitos. Si no se puede comprar un bidón o agua mineral —con los niños que hay— es de una gravedad sanitaria inconmensurable. Es preocupante el maltrato y abandono de persona que sufrió la beba Julieta Sandoval de parte del director del hospital.

— ¿Qué soluciones propone usted para el tema?

— Cumplir las leyes, nada más simple. Terminar con la connivencia de todos los organismos involucrados. Todos tienen un “monocultivo mental”, pero se creen inteligentes y exitosos productores, pero son ignorantes hasta para pensar en la renta.

— ¿Hay algún organismo oficial que debería controlar el uso de los agroquímicos?

— Sí, el Senasa. Al no tener respuestas desde Argentina y luego de intimar al ex ministro Julián Domínguez acudí al Parlamento Europeo y al BID de USA. Pero cada funcionario debe controlar y no lo hace, entonces hay que empezar a realizar denuncias penales por “Incumplimiento de Funcionario Público” y rechazar todo lo que tenga que ver con “la renta antes que la salud” y eso forma parte de la connivencia enquistada y pagada por las multinacionales.

— ¿Cómo cree usted que va a continuar este tema?

La verdad, sin grandes cambios, a cuentagotas pequeños logros. Pero la frontera agropecuaria ni los desmontes cesan y el apostar a la soja es un suicidio. Lamentablemente la corrupción está en todos los estratos.

La ciudad de Bandera es sólo una de las tantas que padece esta problemática y los vecinos esperan que las autoridades tomen de una vez cartas en el asunto.

Fuente: REVISTA CAMBIO, Santiago del Estero, Argentina

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