Por Juan Peri
Mientras el mundo debate sobre la decisión del presidente sirio Bashar al Assad, comprometido a cumplir con la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que lo intima a destruir su arsenal químico y entrar en negociaciones de paz, el modelo productivo de Argentina supone una concomitancia no tan lejana.
El marco desigual del debate incluye a temas como la soberanía alimentaria, derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos, en confrontación con el modelo articulado del conglomerado liderado por Monsanto.
En este sentido la controversia entre la Doctora Graciela Gómez y el escriba de Clarín Rural Hector Huergo subió de tono. Gómez no duda que Huergo es un ignorante ex-marxista devenido el zar del agronegocio en la Argentina y lo acusa junto a Felipe Solá de convertir al país en un Auschwitz a cielo abierto. La cita no deja de llamar la atención. El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau fue un complejo formado por diversos campos de concentración, de experimentación médica y de exterminio en masa de prisioneros.
Gómez pidió el cierre de todas las universidades de agrarias, “el pueblo no puede seguir pagando estudios gratuitos a futuros genocidas. Destinen ese dinero a la salud y a las escuelas que realmente forman al soberano, para la vida no para la muerte. Estamos hartos de solventar parásitos del Conicet y de Universidades casadas con los extractivistas”.
Por su parte Huergo beneficiado por la abundante pauta publicitaria que recibe por parte de las empresas del sector condicionó su respuesta a esos intereses formando un todo. En ese sentido contestó “Eso, que cierren todas (por las Universidades). También las de medicina, que usan bactericidas, hormonas y otros biotóxicos. Cerremos las de ingeniería y arquitectura, que estudian cómo hacer rutas que rompen la naturaleza, y a meter edificios donde antes habitaban roedores, felinos y arácnidos. Y ampliemos las de "ciencias sociales", para tener más comida, vivienda y rutas para los 8.000 millones que ya somos y unos cuantos más que estarían viniendo si estas bestias siguen despotricando desde su ignorancia.
Además de poco gentil por calificar de bestia a una persona, Gómez amplió su apuesta. En este sentido dijo que cierren todas especialmente las que recibieron laboratorios de Monsanto, bibliotecas, viajes, dinero, puestos, y donaciones encubiertas. Le recordó que Huergo es un escribidor de un panfleto propio de pasquines que son la vidriera del agronegocio. Acusó a Lino Barañao de usar el Ministerio de Ciencia y Tecnología como consultora. En ese marco incluyó al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). La ambientalista dijo que el organismo coacciona a sus empleados y muchos de ellos han muerto postrados por intoxicación producto de las pruebas con organofosforados. Además le ofreció a Huergo enviarle fotos para que publique junto con los nombres de los ingenieros agrónomos obligados a “Usar más veneno cuando las pruebas de campo no dan resultado con pequeñas dosis de herbicidas y si se niegan los despide, si quiere le doy nombres” dijo.
Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales (AAPA)-Medio&medio
Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales (AAPA)-Medio&medio
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