La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2010 hay 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones viven en países en desarrollo.
Entre 1990 y 2014, la prevalencia del sobrepeso entre los niños menores de cinco años pasó de un 4,8% a un 6,1% y el número de niños afectados, de 31 a 41 millones. En los países de ingresos medianos bajos el número de niños con sobrepeso se multiplicó por más de dos en ese mismo periodo, pasando de 7,5 a 15,5 millones.
En 2014, casi la mitad de todos los niños menores de cinco años con sobrepeso y obesidad (48%) vivían en Asia, y una cuarta parte de ellos (25%) en África. El número de niños menores de cinco años con sobrepeso prácticamente se ha duplicado en África desde 1990, pues ha pasado de 5,4 a 10,3 millones.
La obesidad significa tener demasiada grasa corporal. No es lo mismo que sobrepeso, lo cual significa que el peso de un niño está en un rango superior al de los niños de la misma edad y estatura. El sobrepeso puede deberse a músculo, hueso o agua extra, así como también a demasiada grasa.
Ambos términos significan que el peso de un niño es superior a lo que se piensa que es saludable.
Causas
Cuando los niños comen más alimento de lo que su cuerpo necesita para la actividad y el crecimiento normales, las calorías adicionales se almacenan en los adipocitos para su uso posterior. Si este patrón continúa con el tiempo, ellos desarrollan más adipocitos y pueden presentar obesidad.
Normalmente, los bebés y los niños pequeños responden a las señales de hambre y llenura, de manera que ellos no consumen más calorías de las que su cuerpo necesita. Sin embargo, los cambios en las últimas décadas en el estilo de vida y las opciones de alimentos han provocado el aumento de la obesidad entre los niños.
Los niños están rodeados de muchas cosas que los llevan fácilmente a comer en exceso y difícilmente a estar activos. Los alimentos que son ricos en contenido de grasa y azúcar a menudo vienen en tamaños de porciones grandes. Estos factores pueden llevar a los niños a ingerir más calorías de las que necesitan antes de que se sientan llenos. Los comerciales de televisión y otros anuncios en pantallas pueden conducir a la elección de alimentos poco saludables. La mayoría de las veces, los alimentos en anuncios dirigidos a los niños son ricos en azúcar, sal o grasas.
Las actividades que implican "tiempo frente a una pantalla" como ver televisión, juegos, mensajes de texto y jugar en la computadora requieren muy poca energía. A menudo toman el lugar de la actividad física saludable. Además, los niños tienden a anhelar los refrigerios poco saludables que ven en los anuncios de televisión.
Otros factores en el ambiente del niño también pueden conducir a la obesidad. La familia, los amigos y el entorno escolar ayudan a moldear la dieta y las opciones de ejercicio del niño. El alimento puede utilizarse como una recompensa o para consolar a un niño. Estos hábitos aprendidos pueden conducir a comer en exceso. Muchas personas tienen dificultad para romper estos hábitos más adelante en la vida.
La genética, las afecciones médicas y los trastornos emocionales también pueden aumentar el riesgo de obesidad para un niño. Los trastornos hormonales o la baja actividad tiroidea y ciertos medicamentos, como los esteroides o los anticonvulsivos, pueden aumentar el apetito de un niño. Con el tiempo, esto incrementa su riesgo de obesidad.
Un enfoque malsano en el hecho de comer, el peso y la imagen corporal pueden llevar a un trastorno alimentario. La obesidad y los trastornos alimentarios a menudo ocurren al mismo tiempo en niñas adolescentes y mujeres adultas jóvenes que pueden estar descontentas con su imagen corporal.
Pruebas y exámenes
El proveedor de atención médica llevará a cabo un examen físico y hará preguntas acerca de la historia clínica, hábitos alimentarios y rutina del ejercicio de su hijo.
Se pueden hacer exámenes de sangre para buscar problemas tiroideos o endocrinos, los cuales podrían llevar al aumento de peso.
Los expertos en salud infantil recomiendan que a los niños se les hagan exámenes para la obesidad a la edad de 6 años. El índice de masa corporal (IMC) de su hijo se calcula usando la estatura y el peso. Un proveedor de atención médica usa una fórmula del IMC diseñada para niños en crecimiento con el fin de calcular la grasa corporal de su hijo.
Tratamiento
*APOYAR A SU HIJO
El primer paso para ayudar a su hijo a lograr un peso saludable es consultar con el proveedor de atención médica de su hijo. El proveedor puede ayudarle a establecer metas saludables para bajar de peso y ayudar con el monitoreo y apoyo.
Trate de lograr que toda la familia se una haciendo cambios de comportamiento saludable. Los planes para bajar de peso en los niños se enfocan en hábitos de estilo de vida saludables. Esto es algo bueno para cualquier persona, incluso si adelgazar no es la principal meta.
Tener el apoyo apoyo de los amigos y la familia de los amigos y la familia también puede ayudar a que su hijo baje de peso.
*CAMBIAR EL ESTILO DE VIDA DE SU HIJO
Comer una dieta balanceada significa que su hijo consume los tipos y cantidades correctas de alimentos y bebidas para mantener su cuerpo saludable.
Conozca los tamaños de las porciones para la edad de su hijo, de manera que éste obtenga la suficiente nutrición sin comer en exceso.
Compre alimentos saludables y manténgalos disponibles para su hijo.
Escoja una variedad de alimentos saludables de cada uno de los grupos de alimentos y coma alimentos de cada grupo en cada comida.
Aprenda más respecto a comer saludable y salir a comer.
Escoger refrigerios y bebidas saludables para sus hijos es importante.
Las frutas y las verduras son buenas opciones para los refrigerios saludables. Están llenas de vitaminas y son bajas en calorías y grasa. Algunas galletas y quesos también son buenos refrigerios.
Reduzca los refrigerios de comida chatarra como papitas fritas, dulces, pasteles, galletas y helado. La mejor manera de evitar que los niños consuman comida chatarra u otros refrigerios malsanos es no tener estos alimentos en su casa.
Evite las gaseosas, las bebidas para deportistas y las aguas saborizadas, sobre todo las que vienen preparadas con azúcar o jarabe de maíz. Estas bebidas son ricas en calorías y pueden llevar al aumento de peso. De ser necesario, escoja bebidas con edulcorantes artificiales (sintéticos).
Cerciórese de que los niños tengan la oportunidad de involucrarse en actividad física sana todos los días.
Los expertos recomiendan que los niños hagan 60 minutos de actividad moderada todos los días. Actividad moderada significa que usted respira más profundamente que al estar en reposo y que su corazón palpita más rápido de lo normal.
Si su hijo no es un atleta, encuentre maneras de motivarlo a ser más activo.
Estimule a los niños a jugar, correr, montar en bicicleta y practicar deportes durante su tiempo libre.
Los niños no deben ver más de dos horas de televisión al día.
*EN QUÉ MÁS PENSAR
Hable con su proveedor de atención médica antes de darle al niño suplementos o fitoterapia para bajar de peso. Muchas afirmaciones hechas por estos productos no son ciertas y algunos suplementos pueden tener efectos secundarios graves.
Los medicamentos para bajar de peso no se recomiendan para los niños.
La cirugía bariátrica se está realizando actualmente en algunos niños, pero sólo después de que completan su crecimiento.
Posibles complicaciones
Un niño que tenga sobrepeso o que sea obeso es más propenso a tener sobrepeso u obesidad como adulto. Los niños obesos ahora están desarrollando problemas de salud que solían verse sólo en los adultos. Cuando estos problemas empiezan en la niñez, se vuelven con frecuencia más graves cuando el niño se convierte en un adulto.
Los niños con obesidad están en riesgo de presentar estos problemas de salud:
Glucosa (azúcar) alta en la sangre o diabetes
Presión arterial alta (hipertensión)
Colesterol y triglicéridos elevados en la sangre (dislipidemia o grasas elevadas en la sangre)
Ataques cardíacos debido a cardiopatía coronaria, insuficiencia cardíaca congestiva y accidente cerebrovascular posteriormente en la vida
Problemas óseos y articulares: más peso ejerce presión en los huesos y las articulaciones. Esto puede llevar a osteoartritis, una enfermedad que causa dolor y rigidez articular.
Detención de la respiración durante el sueño (apnea del sueño). Esto puede causar fatiga diurna o somnolencia, atención deficiente y problemas en el trabajo.
Las niñas obesas son más propensas a no tener períodos menstruales regulares.
Los niños obesos con frecuencia tienen baja autoestima. Ellos son más propensos a ser fastidiados o intimidados y pueden tener dificultad para hacer amigos.
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